yo»: «el pecado que vive en mí…, es decir, en mi carne» (vv. 14, 17, 18). El «pecado», aquí, es el poder del pecado, y el «mí» es lo que reconocemos normalmente como «el yo». Si un creyente quiere comprender la vida espiritual no debe estar desorientado acerca de estos dos elementos de la carne. Sabemos que el Señor Jesús ha tratado con el pecado de nuestra carne en su cruz. Y la Palabra nos informa que «nuestro viejo yo fue crucificado con Él» (Ro. 6:6). En ninguna parte de la Biblia se nos dice
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